La icónica obra de teatro “Mentiras” da el salto al formato televisivo con una adaptación ambiciosa y estilísticamente arriesgada que ya está disponible en Prime Video. Bajo la dirección de Gabriel Ripstein, “Mentiras: La Serie” logra sostenerse entre el homenaje nostálgico y la reinterpretación provocadora, llevando al espectador por una mezcla de thriller psicológico, melodrama y comedia musical.
La historia retoma la premisa original del exitoso musical: cuatro mujeres se enfrentan tras la muerte de Emmanuel Mijares, un hombre que fue amante, esposo y enigma para cada una. Encerradas en una mansión, Daniela (Belinda), Dulce (Diana Bovio), Yuri (Regina Blandón) y Lupita (Mariana Treviño) descubren que sus historias están más entrelazadas de lo que pensaban.
Con una estructura episódica, la serie profundiza en el trasfondo de cada personaje, explorando no solo sus contradicciones internas, sino también las heridas que dejó un sistema patriarcal que las enfrentó como rivales. Las canciones emblemáticas de los años 80 —como “Castillos” de Amanda Miguel o “Pobre secretaria” de Daniela Romo— no funcionan únicamente como tributos, sino como vehículos narrativos que revelan emociones y secretos.
Aunque algunas decisiones técnicas, como la modificación vocal en postproducción, pueden restar autenticidad en momentos clave, el conjunto visual compensa con un diseño de producción vibrante, saturado de colores, vestuarios exagerados y escenografías que simulan telones teatrales. Este universo artificial subraya el mensaje: las protagonistas viven atrapadas en roles construidos socialmente.
Luis Gerardo Méndez, quien también figura como productor, aporta equilibrio entre el tono camp y las críticas sociales sutiles, convirtiéndose en un puente eficaz entre la teatralidad y la reflexión contemporánea.
“Mentiras: La Serie” no teme tomar riesgos. Y aunque no todos sus elementos son perfectos, el resultado es un experimento refrescante que honra al musical original mientras lo transforma en un relato actual sobre identidad, deseo y autoengaño.
