Steve Comisar, un estadounidense que saltó a la fama en su juventud, ha generado un intenso debate sobre si debe ser considerado un genio de la mercadotecnia o un simple estafador.
Comisar ofrecía en revistas un producto aparentemente revolucionario: una secadora de ropa alimentada por energía solar, todo por el módico precio de $49.95. La oferta era tentadora, y numerosos clientes se apresuraron a adquirir el innovador aparato.
Sin embargo, los compradores recibieron una gran sorpresa al abrir sus paquetes. En lugar de una sofisticada secadora, encontraban una cuerda y un par de ganchos para tender la ropa al sol.
Indignados, muchos de los clientes demandaron a Comisar por lo que consideraron una estafa. Sin embargo, en todos los casos, Comisar salió victorioso. Argumentó que nunca había afirmado que la secadora fuera un aparato mecánico y que su descripción del producto como una “secadora solar” era técnicamente correcta, ya que la ropa efectivamente se secaba con la energía del sol al ser colgada en la cuerda.
Este episodio ha generado un intenso debate. Algunos consideran a Comisar un genio por su capacidad para pensar fuera de la caja y aprovechar las lagunas en las expectativas del consumidor y las leyes de publicidad. Otros, sin embargo, lo ven como un estafador que se aprovechó de la buena fe de las personas.
La historia de Steve Comisar nos recuerda la delgada línea que a veces separa la genialidad de la estafa. Su caso plantea importantes preguntas sobre la ética en los negocios y la publicidad, y sigue siendo un tema de controversia y fascinación.
¿Qué opinas tú? ¿Fue Steve Comisar un genio de la mercadotecnia o un estafador con suerte?